Temores y malos presagios hacen temblar al viejo continente. En medio de un vendaval, la confianza se diluye y se desparrama el temor en toda Europa.


Las calificadoras de riesgo Moody´s primero y Fitch días después rebajan las notas de varias naciones europeas poniendo en relieva la fragilidad del sistema.

A fines del año pasado en esta misma sección analizábamos el peligro de que la crisis de deuda de Grecia e Irlanda se propague por el resto de Europa.

Desde entonces hemos asistido en directo los frustrados intentos para reflotar la confianza tanto del Fondo Monetario Internacional como del Banco Central Europeo.

Nada pudo cambiar el rumbo, mientras los rescates fueron insuficientes, los simultáneos planes de ajustes llevaron a un masivo reclamo social en todo el continente.

Tozudamente y a pesar de la símil experiencia Argentina, el rumbo de las políticas se intensifican, ahora son Portugal e Italia los que toman la iniciativa de ajustes. Por estas medidas se esperan que solo en el país luso desaparecerán 100.000 empleos, una estimación tremenda si tenemos en cuenta que Portugal es el país más pobre de Europa occidental y que actualmente se encuentra en un record de desempleo con el 12,6%.

Demasiados grandes para caer

El temor a la caída de España e Italia se veía por muchos como imposible, las dos son economías más que relevantes en la eurozona.
Sin embargo, esta situación es un escenario factible para algunos analistas. El propio Nouriel Roubini hace más de un año advirtió que el problema no eran Grecia,  Irlanda ni Portugal, sino justamente España e Italia.

El dilema en cuestión es que la apuesta es gigante, España e Italia son dos países  demasiado grandes para dejarlos caer, pero al mismo tiempo son dos economías descomunalmente grandes para poder rescatarlas.

La caída de uno de ellos significaría irremediablemente la desaparición del Euro, y con ello una profunda crisis imposible de cuantificar a escala mundial.

Publicado en El Regional – Pag. 22. 16 de Julio de 2011.