Cristina FernandezEn su extensa exposición ante el congreso, Cristina Fernández de Kirchner reivindicó un amplio abanico de variables económicas. Así destacó el desendeudamiento argentino iniciado en 2004, que bajó el peso de la deuda externa de 156% del PIB al 36,5% actual.

También hizo mención sobre la estructura de partidas destinadas por el Gobierno con respecto a la educación: “Durante el año 2010 alcanzamos el 6,47% del Producto Bruto Interno dedicado a la educación, casi invertido a lo que era la ecuación anterior al 2003. En el año 2003 se dedicaba un 2% del PBI a la educación y más del 5% al pago de la deuda”.

Si bien el discurso abarco muchos matices, en materia económica se destacó diferentes puntos claves, la presidente se refirió a la acumulación de reservas, al impulso industrial, a la fortaleza del mercado interno y del importante crecimiento de las exportaciones entre otras. 

Sin embargo, la gran omisión que si llamó la atención a los opositores fue la inflación.

Competitividad Industrial
Si bien indirectamente negó las críticas con respecto a la pérdida de competitividad industrial al exhibir las cifras que muestran el incremento de la relevancia de las manufacturas frente a los productos agrícolas, es verdad que en ningún momento del pasaje hizo mención al delicado tema que preocupa hoy a varios sectores: la inflación.

Para disipar dudas y anular especulaciones, negó rotundamente la posibilidad de una disparada del dólar: “Sabemos a quién beneficia y a quién perjudica”, argumentó.

Renombrados analistas discrepan en este punto:
Para Lamothe, es innegable cierta pérdida de competitividad. “Resulta difícil de interpretar el hecho de afirmar que no hay problemas con el tipo de cambio, a la vez de querer proteger a la industria. Es cierto que no se puede depender siempre de un dólar alto, pero también es verdad que no se puede negar que hay un deterioro en la competitividad”.

Para Ferreres, el discurso deja en evidencia un cambio en el “modelo”, que ya no tiene como pilares a un tipo de cambio alto y al superávit fiscal. “La frase de Cristina sobre el dólar da a entender que se agranda la dependencia respecto de lo que ocurra fuera del país. La industria local puede mantenerse por el encarecimiento de la moneda brasileña y por los altos precios de las materias primas en el mercado internacional. Cualquier cambio en alguno de estos dos frentes nos obligará a devaluar inevitablemente”.

Para Berensztein, aunque exista desconfianza, destaca la importancia de explicitar el uso del dólar como ancla de precios. “Para los que tenemos cierta edad nos viene a la mente aquella frase que decía que ‘el que apuesta al dólar pierde”. Porque se puede garantizar que no habrá devaluación hasta que finalmente las circunstancias obligan a un cambio. De todas formas, su estrategia genera tranquilidad y ratifica el uso del dólar como ancla de los precios”.

Con todo, lo que sí está claro es que se quiere evitar las chicanas que acorralaron la economía nacional en el pasado. El atajo de la devaluación hoy solo acarrearía corridas especulativas y mayor combustible a la suba de precios.

La actual intención, que pretende industrializar el país desde dentro, con mayor inversión, con más tecnología a fin de lograr mayor productividad, está condicionada indudablemente a que se mantengan las actuales condiciones externas.

Asimismo, el desafío será generar las condiciones internas apropiadas para incentivar la inversión y no la especulación, algo que requiere a fin de cuentas el control de la inflación.

Publicado en El Regional – Pag. 20. 5 de Marzo 2011.