Pasado enero, típico mes vacacional; los principales analistas económicos del país ajustan sus estimaciones y coinciden en que este 2010 Argentina crecerá entre un 4% y un 5%; inclusive Boudu afirma que el crecimiento rondaría el 6%. Donde las opiniones difieren es en la estimación de la inflación, mientras que tozudamente el gobierno vaticina un 9% para los más reconocidos analistas la misma duplicaría la cifra oficial.

Precios que inquietan y los manejos que duelen

Como cualquier enfermedad, lo primero para curarse es identificar el mal y reconocerlo; algo que por ahora el gobierno no ha hecho. Su estrategia pasa por negar o desconocer el problema, situación que irrita aún más el ánimo de los agentes económicos.

Pero: ¿Qué es la inflación? ¿Tan grave es?

Podemos definirla como en los manuales como la suba general de precios, pero hay mucha más tela que cortar.

Si de inflación se trata debemos distinguir entre dos problemas que hacen al mismo: la presión inflacionaria y los mecanismos de propagación.

La presión inflacionaria es la que causa el desequilibrio inicial básico en los precios, generalmente provienen de un exceso de demanda que se traduce en un aumento inicial de los precios ante la imposibilidad de ajustes de la oferta. Traducido: el boom de ventas de las empresas no puede ser acompañado por una mayor producción encareciendo los productos existentes.

En esto ya deberíamos ser expertos, pues repetidas crisis hemos sufrido por tales circunstancias cada una con sus matices, la más reciente de 1989, aún está muy fresca en la memoria colectiva.

Dentro de las principales causas de presiones inflacionarias debemos destacar el financiamiento monetario del déficit fiscal (¿le suena?).

Los mecanismos de propagación son tal como su denominación lo indica aquellas circunstancias en que la inflación se regenera a si misma trasladando el fenómeno a través del tiempo.

Entre los principales mecanismos de propagación podemos destacar el espiral precio-salario (la famosa discusión salarial de cada marzo entre sindicatos y empresarios), las pujas sectoriales (las presiones de devaluación de la industria y el campo), la indexación (de precios, contratos, salarios, préstamos, etc.).

Finalmente, la inflación como situación crónica se explica por la relación entre los desequilibrios iníciales y las expectativas futuras de aumentos de precios.

Consecuencias de la inflación

– Disminución de la demanda del dinero por la pérdida constante de valor que sufre, posible dolarización de la economía.

– Aumento del desconcierto por la aceleración de las variaciones de los precios, haciendo imposible prever los cambios futuros para planificar (inversiones y demás actividades económicas).

– Aumento de la especulación por parte de aquellos que tienen información privilegiada y pueden saber de antemano los futuros aumentos de precios (grandes empresarios).

– Se efectúa una redistribución regresiva del ingreso, es decir el “impuesto inflacionario” afecta principalmente a los grupos de bajos ingresos.

Es decir, la inflación termina siendo un flagelo en el que finalmente el efecto en los mercados puede llegar a ser desbastador y la acción de la política económica errática.

Con el INDEC desbaratado y sin credibilidad es difícil que el gobierno pueda dar una señal positiva al mercado, por lo cual deberemos prepararnos para convivir con la inflación.

Publicado en El Regional – Pag. 6. 20 de Febrero de 2010.