La economía de Argentina está mostrando signos de mejora, aun lejos de mostrar un repunte en todos sus frentes, hay respuestas leves y tímidas de  diferentes indicadores que nos dan signos de que lo peor de la crisis ya paso.

Después de un duro comienzo de año, los datos reflejan una desaceleración en su caída en el segundo trimestre y todo indica que el producto interno argentino volvería a crecer en este tercer trimestre.

Por el lado de la demanda el consumo en supermercados volvió a aumentar, lo que ya muestra un crecimiento de varios meses seguidos, al mismo tiempo los anuncios de inversión muestran incrementos interanuales desde febrero de este año; por el lado de la oferta si bien tanto la caída del sector de la construcción como el de la producción industrial muestran una caída en todo el primer semestre del año, por un lado la industria refleja una importante desaceleración en su baja en el segundo trimestre mientras que la construcción mostro signos de mejora en el último mes aunque todavía evidencia una importante caída interanual.

Todos estos signos no son aislados, se condicen con los percibidos en otros países donde la crisis internacional si golpeó fuerte como Alemania, Francia o Japón, y que ahora ya están mostrando crecimiento en su producción.

Si bien todos estos indicadores nos muestran que Argentina seguirá los pasos de estos países, la verdad es que sería natural que en nuestro país las cosas se reflejarán más lentas, primero por que por estos lados la crisis internacional golpeó más tarde, segundo por la fuerte desconfianza que todavía persiste en la mayoría de los actores económicos que si bien también muestra hoy signos de mejora, todavía  está muy por debajo con respecto al año pasado tal cual lo muestra el índice de confianza que obtiene la Universidad T Di Tella, y finalmente por factores de índole estructural como la falta de crédito y las fuertes distorsiones en los precios relativos.

Un análisis más profundo

Otro capítulo para reflexionar sería obtener una evaluación de las consecuencias sociales, pobreza, indigencia, y lo peor y más grave la continua postergación a pensar un país para las futuras generaciones.

Repasando las últimas décadas vemos como nuestra historia nos condena, primero la aniquilación de una generación y la devastación ideológica por el proceso militar, después Menem saqueó las empresas públicas, dio el golpe de gracia a sistema de transporte ferroviario y permitió la destrucción del sistema productivo, luego la desidia e inoperancia de De La Rúa, ahora luego de un periodo de bonanza producto de factores ajenos y no por meritos propios nos encontramos nuevamente con la improvisación del día a día.

Es muy difícil ser optimista porque la realidad es multidimensional, y los problemas se correlacionan y entrelazan, así lo económico condiciona y es influido por lo político y estos definen la realidad social que en definitiva es el fin o debería serlo.

Así entre idas y vueltas, la realidad Argentina transcurre en ciclos, entre vaivenes lógicos de un país en el que claramente no está definido ningún plan.

Que la crisis internacional deje de golpearnos no signifique que ya hayamos madurado lo necesario para proyectar un país como nuestros abuelos soñaron cuando emigraron a estos pagos.

Publicado en El Regional – Pag. 2. 12 de Septiembre de 2009.