Las perspectivas económicas están delimitas por infinitas variables. Entenderlas nos ayuda a estimar hacia dónde vamos. Para eso lo mejor es empezar descifrando correctamente en donde estamos.

Todos conocemos nuestra reciente historia: la profunda crisis del 2001, el boon de la soja, el repunte a “tasas chinas” de nuestra economía, la continuidad política de este modelo con su falta de ingenio para consensuar los intereses de los distintos sectores y por supuesto el efecto de la actual crisis económica mundial (efecto Jazz!?).

Aún con cambios en la tendencia hoy nuestra economía muestra todavía signos de fortaleza, los números nos dicen que todavía existe superávit fiscal, la balanza comercial es positiva y el banco central cuenta con importantes reservas.

Entonces, como entender la actual situación de “parate”?

Falta de Confianza

Si bien todavía las cuentas “cierran” dejando margen para ejercer política fiscal, monetaria, y cambiaría, es claro que el gobierno cada vez cuenta con menor grado de libertad.

Actualmente nuestro principal problema es una enorme falta de confianza interna, entendible solo por las tenciones políticas y sectoriales de este particular proceso electoral. Las provincias con creciente déficit reclaman mayor coparticipación a la nación (federal?), el campo sigue exigiendo una baja de retenciones, la industria pide a gritos una devaluación y los síndicos aumento de salarios.

Para extender la preocupación, la recuperación mundial no es tan clara como lo anuncian los principales mercados bursátiles y los analistas de los gobiernos del primer mundo.

En los últimos días, los principales referentes en macroeconomía (Krugman (Novel 2008), Samuelson (Novel 1970), Soros y Rouibini (quién auguro la actual crisis), llaman a ser precavidos y no tan optimistas, vaticinando que la presente crisis no será corta.

En algo si parecen estar todos de acuerdo: aún saliendo pronto de esta debacle, la recuperación será lenta y progresiva, y claro… bajo esta situación es obvio que las expectativas no sean alentadoras y frenen las decisiones de inversión.

Lo que viene

En este contexto de gran incertidumbre es difícil hacer pronósticos, lo que sí es claro es que nadie está inmune en la aldea global. Argentina no está desacoplada al resto del mundo, y para bien o mal estamos atados a su suerte.

En el plano doméstico, es ilusorio pensar que Argentina podrá ahora resolver los problemas estructurales que tanto dificultan su desarrollo (si no se ha planificado a conciencia en mejores épocas).

Hoy las elecciones postergan la toma de decisiones públicas y privadas, el día después esconde importantes medidas de acción política que nos revelará un nuevo escenario al cual adaptarnos.

Lo cierto es que sin posibilidades de financiamiento con entidades internacionales, con un superávit fiscal en detrimento y con grandes obligaciones de deuda a punto de vencer, difícil que el gobierno renuncie a la importante fuente de recaudación que significan las retenciones (escaza capacidad de hacer política fiscal activa), por lo que lo más probable es que eche mano de la política monetaria y cambiaria (tratando de flexibilizar el mercado financiero con bajas de interés y devaluando).

Pero en política económica nada es fácil, la sabana es corta y taparse la cabeza significa descubrir los pies, así una baja de interés o una devaluación retroalimentaría la inflación lo que de por si es peligroso en un proceso de estancamiento como el que estamos sufriendo.

Como vemos la realidad en mucho más compleja de lo imaginado, a corto plazo el gobierno deberá tener una gran capacidad táctica, mientras que a largo plazo debemos entender que estamos todos en el mismo barco, y deberemos aprender a construir un modelo de desarrollo sustentable y equitativo.

Publicado en El Regional – Pag. 16. 30 de Mayo de 2009.