Estamos en plena campaña electoral, se habla mucho, se dice poco.

Las PASO están a la vuelta de la esquina, lo político supedita a lo económico, y lo económico condiciona lo político; y por más que el gobierno trate de esconder sus fracasos en materia económica tras su discurso demagógico impregnado de optimismo, el ajuste a los bolsillos se siente y ya duele también en la clase media que ve restringido su consumo y sacudida su posición.

Lo importante ahora son los resultados de las elecciones, por lo que es de esperase que los ajustes que le están demandando los organismos internacionales al país queden postergados para después de octubre; por ahora a falta de logros el oficialismo evita ser explícito en los grandes desafíos que está dilatando y deberá afrontar tras las elecciones el equipo económico: decisiones claves sobre la trayectoria del gasto público, el endeudamiento y el nivel del dólar, lo que puede volver a darle un impulso al proceso inflacionario.

Situación compleja
La situación es compleja, si bien la mayoría de los indicadores por efecto rebote ya están mostrando signos de mejora y han dejado de caer, lejos está el entramado económico de encausarse con vigor en un proceso genuino de crecimiento y lo más importante de creación de puestos de empleo productivo.

La falta de competitividad de la Argentina es sin lugar a dudas el dilema a resolver, tanto preocupa el tema que fue el centro de atención en el último coloquio industrial la semana pasada.

Producimos caro, con un eslabonamiento productivo en muchos casos dependiente de insumos importados y de industrias oligopólicas formadoras de precio.

El camino elegido por la actual conducción es operación sin anestesia: apertura económica y el deber de que los sectores industriales deban adaptarse de la noche a la mañana a las nuevas reglas de juego, política que en pasado ha generado una triste destrucción de industrias y la consecuente pérdida de empleo y desde ya una desorbitante acumulación de la riqueza que demostrado esta repercute de forma negativa al desarrollo sostenido y sustentable del país.

Las señales son confusas y contradictorias, la lectura de la situación actual es para el debate: por un lado la economía ha dejado de caer, pero por otro los pilares en los que se basa un crecimiento sano y sostenible están en rojo furioso y empeorando: déficit comercial y déficit fiscal.

Superavit - Deficit Fiscal 07-2017

Balanza Comercial 07-2017

La mejora pregonada de algunos datos macro muestra apenas un repunte que lejos está de recuperar lo perdido en el 2016, con el agravante de que el país no ha cerrado sus déficits (los ha agravado) y ha tomado una abultada deuda que por ahora solo ha servido para cubrir baches y ofrecer un jugoso negocio financiero a los grandes capitales especulativos.