“Hemos alcanzado un punto crítico. Podemos apreciar claramente el abismo al que el presente camino nos está conduciendo. Si los gobiernos no toman parte, debemos esperar el progresivo colapso de la estructura».

J. Maynard Keynes. Marzo de 1933, en plena Gran Depresión.

Estas palabras tienen más de 75 años, pero vuelven a estar latente en la actualidad.

Hace más de ochenta años atrás, John Maynard Keynes propuso en plena crisis mundial, que los desempleados debían hacer pozos y luego taparlos como mecanismo para salir de la depresión mundial. La idea de fondo es estimular el gasto público, de esta forma los trabajadores incrementaban su ingreso y con ello consumirían y comprarían más. Así las empresas, al observar esa nueva demanda, invertirían más y así sucesivamente.

Políticas con pólvora mojada

A dos años del punto culmine de la actual crisis, podemos apreciar que la política monetaria implantada tanto por EEUU como por Europa está mostrándose bastante impotente para sacarnos de la crisis. Los recortes apresurados de las tasas de interés ya no incentivan la inversión.

Si realmente la política monetaria ha perdido la efectividad en esta coyuntura, podemos afirmar entonces que como en Japón en los 90´o como durante la Gran Depresión, estamos ante una situación de trampa de la liquidez.

La “Trampa de la Liquidez”

La trampa de liquidez es una situación en la cual los estímulos monetarios (política monetaria expansiva: recompra de bonos, baja de tasas, etc) no tienen mayor efecto sobre la actividad porque la tasa de interés ya está a un nivel tan bajo que los agentes económicos demandan cantidades ilimitadas de dinero sin invertirlo ni reintegrarlo a la producción.

Es decir, sucesivos incrementos de la oferta monetaria no consiguen hacer reducir más la tasa de interés, y por lo tanto no estimulan la inversión y el consumo.

Esto se produce cuando los tipos de interés son tan bajos que los agentes sólo pueden esperar que suban en el futuro. El bajo nivel de la tasa de interés lleva a retener activos líquidos en vez de invertirlos.

Como consecuencia, las inyecciones de liquidez se atesoran en vez de destinarse a la inversión productiva, siendo la política monetaria contra cíclica por completo inefectiva.

Lectura obvia para analistas

Para los analistas económicos este escenario era evidente. La mayoría de los más renombrados internacionalmente propuso acciones rápidas y contundentes de estímulo fiscal.

En este sentido Krugman fue categórico: “es el momento de la política fiscal, de estimular el PIB y el empleo a través del gasto público, dada la debilidad del consumo y la inversión privada”.

En una primera etapa, el temor a lo peor llevó a las naciones a aplicar el manual; sin embargo pronto se encontraron con enormes déficit imposibles de ser financiados, al menos en aquellos países en donde la productividad es baja como Grecia, Irlanda y cerquita nomás España y Portugal.

Sin embargo, en esta ocasión el gasto público en vez de potenciar la economía, reemplazo el consumo privado y la inversión, lo que comúnmente se llama en la teoría económica efecto desplazamiento o crowding-out, que es el desplazamiento del nivel de demanda agregada del sector privado por motivos de una política fiscal expansiva.

Es decir, Obama en primer lugar y Europa detrás gastaron otra bala!! El megaplan fiscal no hizo más que agrandar los desequilibrios de EE.UU y Europa sin atacar el problema de fondo: la pérdida de competitividad en manos del coloso China.

En este contexto, el profiláctico Fondo Monetario Internacional (FMI) aconsejó reducir los déficit: ajuste, ajuste y ajuste. Y ya sabemos cómo termina la historia. En esto Argentina tiene experiencia.

Ante la ola de recortes en el primer mundo, el premio Nobel de Economía Stiglitz fue contundente: “recortar en gasto social o en capital humano para atajar el déficit es absurdo. Puede conducir a la recesión”.

Publicado en El Regional – Pag. 20. 23 de Octubre 2010.

Publicado en La Reforma – Pag. 4. 23 de Octubre 2010.