Marketing economiaMarketing político y algo más.

Cuando ganar es lo importante, hacer las cosas bien debería volverse imprescindible.

Supongamos que usted va al médico, cuando llega a la clínica se encuentra con un lugar descuidado, sucio, y después de una larga espera la secretaria desalineada, mal vestida y comiendo chicle con la boca abierta lo atiende de mala gana, le dice que espere, que ya lo atenderán. Luego de una nueva larga demora, sentado en una detestable sala en un incómodo asiento, el médico lo llama de forma prepotente. A pesar del tajante trato, el médico es excelente y le receta un remedio apropiado y un tratamiento exacto para curarle el mal. A esto usted no lo sabe hasta que se cura, lo que es seguro es que no vuelve más a esa consulta y lo peor es que hablará pestes con sus amistades sobre esa clínica.

Ahora, por el contrario, supongamos que usted acude a otra clínica, toda la fachada y el ingreso es muy moderno y extremadamente limpio y luminoso, una bella secretaria con una amable sonrisa lo atiende sin demora y le indica que por favor tome asiento, que el doctor en un instante lo atenderá. Al sentarse usted en una cómoda silla una asistente le ofrece café y el diario, aún sin terminar de leerlo el médico lo llama y de forma afectuosa y muy atentamente le da un erróneo tratamiento y le receta cualquier remedio. Usted se va muy contento del lugar, aún sin saber que no será curado, recomendará a la clínica y tendrá una majestuosa idea de la calidad de servicio que ofrece.

Está claro que los dos ejemplos que se grafican de forma extrema nos muestran la falta de forma de uno y la falta de fondo del otro.

Cuando una empresa decide lanzar una campaña de marketing para acrecentar sus ventas, lo que pretende es incrementar las expectativas que tiene el público objetivo sobre el valor que ofrece la empresa con sus servicios y/o productos.

A mis clientes siempre les advierto: cuidado, esas expectativas deberán ser cubiertas, de lo contrario se estaría ante una acción y esfuerzo que tarde o temprano se volverá en contra.

El marketing también llega a la política

Cuando nos aproximamos a cada elección vemos la misma película: las campañas de los candidatos.

Es algo a lo que este juego democrático nos ha acostumbrado. Sin embargo, lo que impacta es la enorme evolución de la preparación de las campañas, de la planificación y coordinación con el fin de optimizar los recursos al mejor estilo empresarial.

A ningún buen observador se le escapa el detalle de cómo el marketing y la publicidad política se han adaptado a los nuevos tiempos: a los típicos avisos gráficos podemos sumarles una nueva batería de modalidades como lo son los mensajes por celular, llamadas al teléfono y hasta las tan ponderadas redes sociales.

De esta forma, tal como las empresas planean su estrategia de marketing y publicidad para consolidar su marca y aumentar sus ventas, los partidos políticos y sus candidatos buscan apuntalar su imagen y ampliar la cantidad de votos. Los estudios de mercado son suplantados por estudios y sondeos de intención de votos, de preferencias.

El esfuerzo vale la pena, el botín es más que jugoso, para el partido representa consolidar su espacio de poder, para el político de turno representa un cargo público legítimo.

Como es obvio, el bombardeo se vuelve intensivo y la seducción a fin de “maximizar” la cantidad de votos no escatima gastos. De allí surge la creatividad publicitaria más variada, desde el “síganme”, el “saltemos el charco”, hasta el “dicen que soy aburrido”.

El esfuerzo marketinero y mediático de Cambiemos en la última campaña presidencial sin dudas fue exitoso; en pocos meses arrastró una masa crítica que, seducida por las formas, le dio su voto.

Sin embargo el público consumidor (el votante) es cada vez más ansioso, más exigente. Por eso, la ola de positivismo que desencadenó la postura y el discurso de la nueva alianza que asumirá el Ejecutivo el próximo 11 de diciembre tiene escaso margen de tiempo para mostrar las bondades de sus políticas y no diluirse en el mar del desaliento.

La Argentina está expectante ante las buenas nuevas de acciones y definiciones del nuevo Ejecutivo.

Hasta ahora nos han atendido bárbaro, el lugar es hermoso y estamos muy cómodos. Nos lo recomendaron como bueno y barato. En días más nos traen el plato y comienza la hora de los bifes. Y, sin lugar a dudas, los primeros meses de gobierno de Mauricio Macri serán cruciales.

Hasta ahora las definiciones generan importantes dudas para algunos y confianza ciega para otros; hay que esperar, el tiempo pone siempre las cosas en su lugar.