Incertidumbre, menor rentabilidad y aumento de costos ponen freno a una economía en sintonía fina.

La economía no toma vuelo, y con las cuentas públicas en rojo después de más de 10 años se dificulta la opción de potenciar la demanda a través del gasto.

El pragmatismo oficial ha puesto cartas en el asunto, sin sincerar el problema explícitamente el gobierno ha decidido atacar la inflación (el congelamiento de precios de alimentos y luego a las naftas pone en manifiesto el rol activo del estado), principal demanda social y mediática desde hace varios años.

Es que por más maquillaje argumentales que se le quieran poner, la suba generalizada de precios molesta, achica los bolsillos de los consumidores y también acota la previsibilidad al empresario.

Es decir, lo que en un principio ayudo a incentivar compras principalmente de bienes durables, hoy ya genera retracción en el consumo y un freno en las decisiones de inversión.

Política Activa
En los últimos años la activa participación del gobierno ayudó y mucho a sostener la demanda, la política fiscal fue entonces fundamental para que el país no sufriera como otros una fuerte precipitación del PBI por efecto de la crisis primermundista.

Por supuesto la determinada y atinada acción no fue gratis, y hoy se puede apreciar un incipiente déficit con lo cual el gobierno tiene ahora menor grado de libertad para aumentar el gasto sin riesgo de potenciar la inflación.


 
Con una demanda sin vitaminas y con la dificultad latente del gobierno de gastar lo que no tiene financiándolo con emisión monetaria, el año presenta frágiles variables que no ayudan a la toma de riesgo, a la inversión productiva y con ello a reactivar la economía.

El año no arranca, y una vez más se espera la liquidación de la cosecha y el empuje del gigante vecino Brasil.

Época de sintonía fina
Cuando uno hace una actividad por primera vez, logra de forma casi instantánea mejoras de habilidad, al principio los progresos son notables pero poco a poco con la mayor performance más cuesta aumentar de nivel, los progresos se hacen menos importantes y los adelantos requieren de más y más dedicación.

El mismo efecto se pudo apreciar con la economía Argentina, la explosión de la crisis a fines de 2001 fue tan profunda que supuso de manera casi inmediata y lógica un efecto rebote que con la mejora simultánea en los términos del intercambio supuso una rápida y notable mejoría en el país.

Pasado este exitoso primer ciclo, el país entró en su etapa de “sintonía fina”; momento en que las tasas de crecimiento de los principales indicadores económicos necesitaban mucho más que un viento de cola.

El trance actual pone de manifiesto que el país debe de manera endógena, por sus propios medios generar la sinergia necesaria para generar los recursos que le permitan un crecimiento sostenible.

Publicado en Claves – Pag. 12 – 13. Mar – Abril de 2013.

Publicado en La Opinión – Pag. 3. 20 de Abril de 2013.

Publicado en La Reforma – Pag. 4. 21 de Abril de 2013.