La economía mundial se desmorona ante la pandemia global del coronavirus.

El tiempo es relativo según planteaba Einsten, y vaya si lo es!!!! Parecen años y sin embargo hace poco más de tres meses que Alberto Fernández asumió como presidente de nuestro país.

La hoja de ruta marcada era clara, ante las dificultades de la economía local tras dos años de crisis heredada, la prioridad era reconstruir la producción alentando el consumo de abajo hacia arriba mientras se intentaba un acuerdo sustentable para el pago de la deuda con los acreedores.

Ante la aparición repentina de un cisne negro y con cuernos!!, el mundo ya es otro, y es tan brusco el cambio de escenario que el rumbo marcado, lo estratégico planteado en diciembre quedará en el cajón.

Un antes y un después

Sin dudas esta crisis marca un nuevo orden global, La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCED)  advierte de que el impacto del coronavirus en el mundo está superando sus peores previsiones, incluso el Fondo Monetario Internacional (FMI) está pidiendo a gritos políticas activas de los estados para mitigar en parte las consecuencias de la crisis económica que se vislumbra en el mundo y que promete ser de dimensiones históricas.

La crisis alcanzó primero el mundo de las finanzas, los fuertes vientos alcanzaron las bolsas del mundo produciendo una debacle catastrófica, pérdidas financieras multimillonarias que anuncian que lo peor de la tormenta esta venir.

Es tal el grado de incertidumbre en el mundo entero que plantea esta pandemia sin precedente que sorprende la falta de coordinación internacional para afrontar la misma.

Cada país marca distintas prioridades: con diferente grado de intensidad vemos como Brasil, Inglaterra, México o Estados Unidos entre otros priman la actividad económica por el pavor que les causa crear un repentino parate preventivo, mientras que por otro lado países como nuestra Argentina imponen restricciones más severas; sin embargo la preocupación sobre la actual crisis es común a todos y existe consenso sobre la necesidad de un fuerte intervencionismo del estado tanto en materia fiscal como monetaria para amortiguar el impacto la crisis, nadie discute: hoy todos somos keynesianos.

Efecto en casa

Argentina viene aturdida por dos años seguidos de crisis económica con fuerte caída de la actividad industrial y del consumo, y hoy hay demasiada incertidumbre para dimensionar proyecciones, sin embargo se prevé que este shock mundial nos afecte por tres principales vías:

Menor valor de las exportaciones derivado de una fuerte contracción de la demanda mundial de commodities lo que implica una menor fuente de divisas.

Menores inversiones directas en nuestro caballito de batalla: Vaca Muerta. La caída del precio del petróleo lo hace al menos por ahora inviable económicamente.

Fuerte salida de capitales por el pánico financiero mundial que ha generado una huida en efecto manada desde los países emergentes hacia las economías desarrolladas.

La envergadura de la crisis es inestimable, y por supuesto preocupa principalmente el 35% al 40% de la masa laboral que trabaja de manera no formal o precarizada.

Crecimeinto PBIEn cuanto a las actividades son observables los golpeados en primera línea: sector turismo y gastronómico inicialmente, comercio de productos y servicios no esenciales en segundo término y luego el resto de forma dispar según la interacción multisectorial de cada empresa o negocio. Por supuesto estamos todos en el mismo barco, el escenario es demasiado complejo y el efecto alcanzará a toda la economía en mayor medida si se dilata la pandemia.