La incertidumbre mundial a flor de piel, ¿Podrá el pueblo nipón frenar el tsunami a los mercados?
¿Podrá Japón recuperarse nuevamente como en 1995 tras el terremoto de Kobe? Con graves problemas en la macroeconomía, nuevamente se pone a prueba la capacidad de resistencia del pueblo japonés.
Los economistas de Nomura habían pronosticado que Japón, cuya economía se contrajo en los últimos tres meses de 2010, “saldría de su actual letargo” en el segundo trimestre de este año. Ahora predicen que eso no ocurrirá hasta el tercer o cuarto trimestre. Aunque este optimismo se verifique, muy lejos está el país asiático de recuperar las altas tasas de crecimiento que caracterizó sus años de gloria (1950-1980).
Japón, situación actual
Si hacemos una breve radiografía de Japón, podemos apreciar que su PBI es de U$S 5.100 billones (15 veces el PBI de la Argentina), y es poco menos del 10% de la economía mundial.
Hace pocas semanas trascendió que Japón pasaba a ser la tercera mayor economía del mundo después de EEUU y de cederle el segundo lugar a China.
Según estimaciones del FMI, la deuda fiscal bruta ya asciende a más de 200% del PBI de 2010, más del doble de lo que Japón debía en 1995 cuando ocurrió el terremoto de Kobe.
Aunque es un “país rico” con alto nivel tecnológico, su geografía tiene escasos recursos naturales por lo que es un neto demandante de alimentos.
Japón es el mayor importador mundial de maíz y el tercer comprador global de soja, y el cuarto mayor importador de trigo.
Aunque no se espera que baje su demanda de productos primarios, los commodities ya sufrieron un shock especulativo y mostraron una baja de precios. Su riqueza proviene de sus exportaciones (quinto mundial), principalmente de productos con alto valor agregado, de alta tecnología.
A pesar de su peso en el comercio internacional, el efecto negativo se prevé en el sistema financiero, las altas deudas fiscales de Europa y de Estados Unidos, más la incertidumbre política de los países árabes aumentan los costos de financiamiento en el mundo y también por supuesto de Japón, y esto podría crear corridas financieras como ya se empiezan a manifestar y frenar la salida de la crisis tal y cual se preveía.
El daño económico.
Amén de las vidas humanas, la infraestructura pública japonesa fue muy castigada, puertos, autopistas, puentes, caminos, ferrocarriles; el daño es enorme, sin embargo la peor parte de la película pesa sobre las centrales nucleares.
De acuerdo con algunas estimaciones, muy preliminares, el daño representaría más de 170.000 millones de dólares, y el crecimiento del PBI de ese país se reduciría al 2%, desde una base inicial de casi el 3,5% realizada por el Banco Central Japonés.
Con semejante acontecimiento, es difícil imaginar que no se desparrame algún efecto negativo sobre el resto del mundo. En este sentido, el renombrado analista internacional Nouriel Roubini fue categórico:”un shock de esta envergadura debilitará la economía en los próximos meses”.
En la Argentina, impacto limitado
A priori se espera que el efecto directo para nuestro país sea limitado, ya que la relación comercial que la Argentina mantiene con Japón no es relevante.
Si bien la relación bilateral está experimentando una importante tasa de crecimiento, por ahora Japón no figura dentro de los 15 principales mercados para nuestras exportaciones.
El pasado año, nuestras exportaciones ascendieron a U$S811 millones, lo que apenas representó el 1,2% de las exportaciones totales realizadas por la Argentina.
Amén del efecto desbastador sobre la población, la reconstrucción costará grandes sumas de recursos económicos, que podrían afectar en sumo grado el delicado sistema financiero mundial.
Afectada por el terremoto, es seguro que en el corto plazo se prevé una marcada contracción de la actividad económica, las repercusiones con seguridad no solo afectarán a Japón sino también a la economía mundial.
A mediano y largo plazo, no son pocos los analistas que confían en que el enorme gasto de reconstrucción puede ser un aliciente para la economía, lo que supondría una fuerte recuperación.
Publicado en El Regional – Pag. 7. 19 de Marzo 2011.